miércoles, 20 de febrero de 2013

impulsos humanos

"Es indudable que Robert Louis Stevenson era caballeroso, pero no a ultranza, o digamos que lo era de la manera mas justa:  no hay auténtico caballero que no se haya portado como un rufián al menos una vez en su vida.  La vez de Stevenson pudo tener lugar en las cercanías de Monterrey, California, cuando sin querer prendió fuego a un bosque.  Se había declarado ya un incendio en otra zona, y se extendía tan rápidamente que Stevenson, con curiosidad científica, se preguntó si la causa sería el musgo que adorna y cubre los bosques californianos.  Para averiguarlo, no se le ocurrió otra cosa que aplicar una cerilla a un trozo, pero sin tener la precaución de arrancar antes del árbol un trozo de su experimento.  En un instante, el árbol se convirtió en una tea, con lo que sin duda Stevenson dio por concluída la prueba, y además satisfactoriamente.  Pero su comportamiento poco caballeroso vino después:  oyó gritos no muy lejos de los hombres que combatían el fuego original, y comprendió que no le cabía hacer sino una cosa: huir del lugar antes de ser descubierto.  Al parecer corrió como nunca lo había hecho en su vida y como sólo corren los hombres sabios y los cobardes"

Vidas Escritas - Javier Marías


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