sábado, 20 de julio de 2013

lo que se recuerda

"Llegó al mercado del pescado, allí estaba la casa en que antaño tuviera su habitación. Junto a la fuente, unas pescaderas ofrecían a la venta su mercancía y él dirigió la mirada al interior de sus dornajos para ver los hermosos y brillantes animales.  Muchas veces los había contemplado en otro tiempo, le vino  a la memoria que a menudo le habían inspirado piedad y que había sentido encono contra las mujeres y los compradores. Se acordó  de que, en cierta ocasión, había también vagado una mañana por este lugar, admirando y compadeciendo a los peces, con el ánimo muy triste; mucho tiempo había transcurrido desde entonces y mucha agua había llevado el río.  Aquel día estaba muy triste, lo recordaba perfectamente, pero, en cambio, había olvidado ya la índole y causa de aquella tristeza pues también la tristeza se desvanecía, también se desvanecían los dolores y desesperaciones; al igual que las alegrías, pasaban, palidecían, perdían su hondura y su valor, y al cabo, llegaba una época en que uno no podía ya recordar qué era aquello que un tiempo tanto lo había atormentado.  También los dolores se ajaban y marchitaban ¿Llegaría asimismo a marchitarse y perder todo valor este dolor de hoy, esta desesperación que sentía por la muerte del maestro y porque hubiese fenecido aborreciéndolo y por no tener un taller donde saborear la dicha de crear y librar el alma de su carga de imágenes?  Sí, también este dolor, esta acerba congoja, envejecerían, se fatigarían, sin duda, también los olvidaría. Nada duraba; tampoco el pesar."

Narciso y Goldmundo - Herman Hesse




viernes, 19 de julio de 2013

vestigios de ausencia

"Tuve que poner aquí la foto de nosotros dos cortando la tarta de bodas con mi mano sobre la suya en el cuchillo porque a mi mujer le gusta, se enternece, mira más allá del retrato o levanta la cabeza y mira más allá de mí, sonríe acariciando la película con la yema del dedo, algo solo de ella de lo que no formo parte y a lo que no tengo acceso al comprender que la sonrisa me excluye, a veces por la noche sonreía así cuando acabábamos y la sentía tan lejos en la otra almohada que apagaba la luz para quedarme solo en serio, es decir, había un cuerpo a mi lado pero sin nadie dentro, existía la sonrisa, se distinguía por la persiana la sonrisa de perfil, se distinguía el dedo acariciando la almohada, la sonrisa y el dedo, vestigios de ausencia, desapareciendo hasta que no quedaba nadie por estar mi mujer en otro sitio, me levantaba para coger el pijama, beber agua, sentir que vivía y la cocina aparecía a mi alrededor así como el tubo del techo iba y venía antes de decidir."

Yo he de amar una piedra - Antonio Lobo Antunes


martes, 2 de julio de 2013

observaciones puras

"El anciano comprendía, asentía y seguía comiendo, muy erguido entre el alto respaldo caoba de la silla y la mesa, apenas inclinado sobre el plato; enfrente de él su nieto contemplaba en silencio, con profunda e inconsciente atención, los gestos mesurados y cuidados con que las hermosas manos blancas, delgadas y ancianas del abuelo, con sus uñas ligeramente abombadas y triangulares y su sortija de sello verde en el índice derecho, componía un bocado con carne, verdura y patata en la punta del tenedor, para llevarlo a su boca con una ligera inclinación de la cabeza. Hans Castorp miraba sus propias manos, aún torpes, y sentía que en ellas ya estaba latente aquella capacidad de sostener y manejar el cuchillo y el tenedor como su abuelo algún día"

La montaña mágica - Thomas Mann