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martes, 27 de noviembre de 2012

aceptar no es entender


"Uno de los postulados de nuestra escuela es "Poco, pero a fondo" Pues bien, a este principio vive aferrado Kraus, que vino al mundo con un cráneo un tanto duro. ¡Aprender poco! ¡Rumiar siempre lo mismo! Gradualmente hasta yo empiezo a intuir la vastedad del mundo que se oculta tras estas palabras. ¡Grabarse algo firmemente en la cabeza, y para siempre! Me doy cuenta de que es muy importante y, sobre todo, bueno y respetable. La parte práctica o física de nuestra enseñanza consiste en la incesante repetición de una especie de baile o de gimnasia, como quiera llamársela. Nos enseñan a saludar, a entrar en una habitación, a comportarnos con las mujeres, y otras cosas semejantes, todo aquello de manera prolija, a menudo tediosa, aunque también en esto -ahora lo veo y lo siento- hay un significado profundamente oculto. Nos quieren formar y modelar, ya me doy cuenta, no atiborrarnos de conocimientos. Nos educan obligándonos a conocer punto por punto la naturaleza de nuestra propia alma y de nuestro propio cuerpo. Nos dan a entender claramente que la coacción y las privaciones ya son formativas por sí solas, y que en un ejercicio simplísimo y en cierto modo necio hay más beneficios y conocimientos verdaderos que en el aprendizaje de una larga serie de conceptos y acepciones. Vamos captando una cosa tras otra y acabamos casi poseídos por lo recién captado. No somos nosotros quienes lo poseemos, sino que, por el contrario, aquello que parece ser una conquista nuestra acaba dominándonos. Nos inculcan que adaptarse a unos cuantos  valores firmes y seguros tiene un efecto benéfico, es decir, acostumbrarse y amoldarse a las leyes y mandamientos impuestos por una estricta autoridad exterior. Tal vez quieran estupidizarnos, en cualquier caso, pretenden apocarnos. Mas no por ello se nos intimida."

Jacob von Gunten -Robert Walser

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿trabajo o deber?

"Tenemos que hacerlo todo nosotros mismos, y para realizar ese trabajo de criadas cada uno se ata a la cintura un delantal, prenda que al evocar la femineidad no da a todos, sin excepción, un aire ridículo. Pero la alegría es general en esos días de limpieza. Gozamos sacándole brillo al piso y frotando los objetos -cacharros de cocina  incluídos - hasta dejarlos relucientes, para los cuales hay grandes cantidades de trapos y detergente. La mesa y las sillas reciben agua en abundancia, los picaportes quedan brillantes, sobre los cristales echamos vaho antes de limpiarlos: cada cual tiene una pequeña tarea, cada cual arregla algo. Aquellos días de limpieza, lavado y abrillantado nos parecemos a esos gnomos de los cuentos que, como es sabido, hacían las faenas más duras y penosas movidos por una bondad de corazón realmente sobrenatural. Esto que hacemos nosotros, los alumnos, lo hacemos porque es nuestro deber, aunque ninguno sepa a ciencia cierta por qué habría de serlo. Obedecemos sin pensar en lo que un día pueda resultar de toda esa obediencia irreflexiva, y hacemos cosas sin preguntarnos si es justo y lícito que nos obligen a trabajar "


Jakob von  Gunten - Robert Walser