"De ordinario se piensa que los conservadores más vulgares son los viejos y que los innovadores son los jóvenes. Esto no es muy justo. Los conservadores más vulgares son los jóvenes. Los jóvenes que quieren vivir, pero que no piensan ni tienen tiempo para pensar en cómo hay que vivir, y que por eso toman como modelo lo que han encontrado"
El diablo - León Tolstoi
"lo que se puede pensar se puede pensar claramente, lo que se puede decir se puede decir claramente, pero no todo lo que se puede pensar se puede decir."
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sábado, 15 de diciembre de 2012
sábado, 1 de diciembre de 2012
en el nombre de Dios
“El silencio
fue interrumpido por el lejano resonar de los timbales grandes tambores que se aproximaban,
lentamente, a la plaza. Apareció una
multitud de oprichniki cabalgando de
a cinco en fondo. A la cabeza venían los
tambores para apartar al pueblo y despejar el camino del zar, pero en vano
sacudían los tambores y golpeaban los timbales:
por ninguna parte veíase alma viviente.
Detrás de los oprichniki
cabalgaba el propio zar Iván Vassilievich, ricamente montado, con el carcaj a
un costado de la silla el dorado arco a
la espalda. La visera de su yelmo estaba
adornada con el Deisus, es decir, la imagen del Salvador, y a los lados, la
Santísima Virgen, San Juan Bautista y otros santos. La gualdrapa bajo la silla brillaba con
piedras preciosas, y en el cuello de su negro caballo, en vez de la borla, se
balanceaba una cabeza de perro. Al lado
del zar se veía al zarévich y detrás cabalgaba la multitud de los cercanos
cortesanos, de a tres en fondo. Tras ellos
marchaban más de trescientos condenados a muerte. Encadenados, exhaustos por las torturas,
arrastraban penosamente los pies apremiados por los oprichniki. La procesión se cerraba por un numeroso destacamento de
caballería. “
El Príncipe e Iván el Terrible - León Tolstoi
sábado, 3 de noviembre de 2012
el amor no es ciego
“En esto, las voces argentinas de dos niños (Esteban Aradievitch reconoció al punto las de Gricha, el menor de sus hijos, y Tania, la primogénita) se dejaron oír al otro lado de la puerta. Iban arrastrando algo y lo acababan de volcar.
¡ Ya te decía yo que en el techo de los vagones no se pueden poner los pasajeros ¡ -gritó la niña - ¡Ahora los tienes que recoger! Se acercó a la puerta y los llamó. Ellos soltaron la caja que hacía las veces de tren y entraron a ver a su padre.
La niña, que era la preferida de Esteban, irrumpió en la habitación, echó los brazos, riendo, al cuello paternal y allí quedó colgada feliz al percibir el tan conocido perfume de aquella barba. Por fin, y después de haberle besado en la cara, un tanto enrojecida debido a la forzada postura del cuerpo, pero radiante de cariño, la niña abrió los bracitos con que le tenía aprisionado e intentó marcharse. Pero Esteban la detuvo.
-¿Qué hace tu madre? – le preguntó, a la vez que acariciaba su tierno cuellecito. Y al ver a su hijo, que acababa de entrar para saludarle, como su hermana, le sonrió - ¡ Hola Gricha ¡ Buenos días.
Esteban reconocía que quería menos al niño, pero procuraba mostrarse igualmente amable con los dos. Sin embargo, Gricha se daba cuenta de todo y no respondió con otra sonrisa a la fría y forzada de su padre. “
Ana Karenina – León Tolstoi
martes, 30 de octubre de 2012
atrapados por la realidad
“En
presencia de su hermano, Wronsky trató a Ana con tanto respeto como habría
tratado a una señora a la que le uniese una simple amistad, actitud que
adoptaba siempre que había alguien delante, pero como los tres sabían que
ninguno de ellos ignoraba la clase de relaciones que sostenían Ana y Alejo,
hablaron libremente del viaje de ambos y de su estancia en la finca de Wronsky.
Éste, a
pesar de su experiencia mundana, incurría en un singular error. En vez de
comprender que las puertas de la sociedad estaban cerradas para ellos, suponía,
por efecto de una extraña alucinación, que la opinión pública, libre ya de los
antiguos prejuicios, aplicaría a su caso la nueva manera de ver las cosas. “Claro
es que en la Corte no se la recibirá; pero nuestros parientes y amigos tendrán
una visión más realista de nuestro caso”
Una persona
puede estar sentada varias horas con los pies encogidos si sabe que le es
posible cambiar de posición cuando se le antoje, pero le bastará saber que no
puede adoptar otra postura para que se sienta sometido a una tortura
insoportable. Esta sensación tenía Wronsky cuando pensaba en la sociedad. En el
fondo sabía, que el gran mundo le cerraba sus puertas pero tenía la esperanza
de que acabaría por abrírselas.
No obstante,
muy pronto se convenció de que sólo él tenía la entrada libre a aquel mundo; a
Ana no le permitían el paso. “
Ana Karenina - León Tolstoi
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