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miércoles, 13 de marzo de 2013

algo inevitable


"Cuando Rainer Maria Rilke era muy joven, fue a visitar al viejo Tolstoi en su finca de Yasnaya Polyana. Caminaban por el campo en compañía de la ubicua Lou Andreas-Salomé, y Tolstoi le preguntó a Rilke: ¿a qué se dedica usted ahora? a lo que el poeta contestó natural y tímidamente: "A la lírica". Según parece lo que recibió por respuesta fue no sólo una sarta de insultos, sino también una diatriba en toda regla contra todo tipo de lírica, algo a lo que en modo alguno podría dedicarse nadie.
No cabe duda de que el joven Rilke las palabras del anciano maestro ruso tuvieron que entrarle por un oído y salirle por el otro, ya que pocos poetas ha habido en la historia que más se hayan dedicado, precisamente dedicado, de manera obsesiva y excluyente, no sólo a la lírica sino exactamente a todo tipo de lírica. 
Como buen poeta, Rilke comulgaba mucho, no sólo con los animales sino con los astros, la tierra, los árboles, los dioses, los monumentos, los cuadros, los héroes, los minerales, los muertos (sobre todo con las muertas jóvenes y enamoradas), algo menos con sus vivos semejantes. "


Vidas escritas - Javier Marías


lunes, 11 de marzo de 2013

buscando el equilibrio en la ironía


"Es de temer que Thomas Mann, lejos del humor y la ironía que le atribuían algunos de sus lectores y conocidos, estaba siempre aquejado de melancolía, indolencia, ataque de nervios, pánico y torturas sicológicas de variada índole, entre las que ocupaba un lugar destacado la irritación.  A excepción de Proust (pero tan de otro modo) , nadie como él explotó la asociación entre enfermedad y artisticidad, y en ese sentido puede decirse que desde siempre fue un anticuado, ya que dicho vínculo tenía al menos un siglo de vida cuando él publicó su primera novela, Los Buddenbroock, en 1901. Lo curioso del caso es que sus males y sus angustias eran de lo más estable: no le abandonaban en ninguno de los lugares en que se vio obligado a vivir, exiliado de Alemania desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque después del Nobel, que recibió en 1929 con mucha naturalidad.  Lo que hace a su figura más noble es, a la postre, su inequívoca oposición al nazismo, desde el principio y hasta el final, aun cuando sus ideas políticas y apolíticas no fueran nunca muy claras ni quizás muy recomendables: lo que le parecía más deseable, en oposición tanto al fascismo como al liberalismo, era una "dictadura ilustrada", expresión en la que el adjetivo es demasiado vago y connotativo como para que no sea el sustantivo lo que prevalezca en todo caso."

Vidas escritas - Javier Marías


miércoles, 20 de febrero de 2013

impulsos humanos

"Es indudable que Robert Louis Stevenson era caballeroso, pero no a ultranza, o digamos que lo era de la manera mas justa:  no hay auténtico caballero que no se haya portado como un rufián al menos una vez en su vida.  La vez de Stevenson pudo tener lugar en las cercanías de Monterrey, California, cuando sin querer prendió fuego a un bosque.  Se había declarado ya un incendio en otra zona, y se extendía tan rápidamente que Stevenson, con curiosidad científica, se preguntó si la causa sería el musgo que adorna y cubre los bosques californianos.  Para averiguarlo, no se le ocurrió otra cosa que aplicar una cerilla a un trozo, pero sin tener la precaución de arrancar antes del árbol un trozo de su experimento.  En un instante, el árbol se convirtió en una tea, con lo que sin duda Stevenson dio por concluída la prueba, y además satisfactoriamente.  Pero su comportamiento poco caballeroso vino después:  oyó gritos no muy lejos de los hombres que combatían el fuego original, y comprendió que no le cabía hacer sino una cosa: huir del lugar antes de ser descubierto.  Al parecer corrió como nunca lo había hecho en su vida y como sólo corren los hombres sabios y los cobardes"

Vidas Escritas - Javier Marías