"Pero el sol tiene su utilidad, eso a nadie con dos dedos de frente se le escapa, dijo Seaman. De cerca es el infierno, pero de lejos es útil y hermoso, sólo un vampiro sería incapaz de reconocerlo. Después empezó a hablar de las cosas que antes eran útiles, sobre las cuales había consenso, y que ahora más bien inspiraban desconfianza, como las sonrisas, en la década de los cincuenta, por ejemplo, una sonrisa te abría puertas. Yo no sé si podría abrirte caminos, pero indudablemente puertas sí que te abría. Ahora una sonrisa provoca desconfianza. Antes, si eras vendedor y entrabas en algún sitio, lo mejor era hacerlo con una gran sonrisa. Lo mismo si eras camarero que ejecutivo, secretaria, médico, guionista o jardinero. Los únicos que nunca sonreían eran los policías y los funcionarios de prisiones. Esos siguen igual. Pero los demás, todos procuraban sonreír. Fue la edad de oro de los dentistas de los Estados Unidos de América. Los negros, por supuesto, siempre sonreían. Los bancos sonreían. Los asiáticos. Los hispanos. Ahora sabemos que detrás de una sonrisa puede ocultarse tu peor enemigo. O, dicho de otro modo, ya no confiamos en nadie, empezando por los que sonríen, pues sabemos que éstos intentan conseguir algo de tí. Sin embargo, la televisión americana está llena de sonrisas y de dentaduras cada vez más perfectas. ¿Quieren que depositemos nuestra confianza en ellos? No. ¿Quieren hacernos creer que son buenas personas, incapaces de hacer daño a nadie? Tampoco. En realidad no quieren nada de nosotros. Sólo quieren enseñarnos sus dentaduras, sus sonrisas, sin pedirnos nada a cambio salvo nuestra admiración. Quieren que los miremos, eso es todo. Sus dentaduras perfectas, sus cuerpos perfectos, sus modales perfectos, como si ellos se estuvieran permanentemente desgajando del sol y fueran trozos de fuego, pedazos de infierno ardiente, cuya presencia en este planeta únicamente obedece a la necesidad de pleitesía. "
2666 - Roberto Bolaño
"lo que se puede pensar se puede pensar claramente, lo que se puede decir se puede decir claramente, pero no todo lo que se puede pensar se puede decir."
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jueves, 16 de agosto de 2012
lunes, 30 de julio de 2012
un capricho mojado
"Era un tipo curioso. Escribía en los márgenes de los libros. Por suerte yo nunca le presté uno. ¿Porqué? Porque no me gusta que escriban sobre mis libros. Y hacía algo todavía más chocante que escribir en los márgenes. . Probablemente no me lo crean, pero se duchaba con un libro. Lo juro. Leía en la ducha. ¿Que cómo lo sé? Es muy fácil. Casi todos sus libros estaban mojados. Al principio yo pensaba que era por la lluvia, Ulises era un andariego, raras veces tomaba el metro, recorría París de una punta a la otra caminando y cuando llovía se mojaba entero porque no se detenía nunca a esperar que escampara. Asi que sus libros, al menos lo que él más leía, estaban siempre un poco doblados, como acartonados y yo pensaba que era por la lluvia. Pero un día me fijé que entraba al baño con un libro seco y que al salir el libro estaba mojado. Ese día mi curiosidad fue más grande que mi discreción. Me acerqué a él y le arrebaté el libro. No sólo las tapas estaban mojadas, algunas hojas también, y las anotaciones en el margen, con la tinta desleída por el agua, algunas tal vez escritas bajo el agua, y entonces le dije por Dios, no me lo puedo creer, ¡lees en la ducha! ¿te has vuelto loco?, y él dijo que no lo podía evitar, que además sólo leía poesía, no entendí el motivo por el que él precisaba que sólo leía poesía, no lo entendí en aquel momento, ahora sí lo entiendo, quería decir que leía una o dos o tres páginas, no un libro entero, y entonces yo me puse a reír, me tiré en el sofá y me retorcí de risa, y él también se puso a reír, nos reímos los dos, durante mucho rato, ya no recuerdo cuánto.
Los detectives salvajes - Roberto Bolaño
Los detectives salvajes - Roberto Bolaño
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