"La inteligencia depende en gran parte de la educación y del medio, de su disciplina interior y de las ideas corrientes de la época y del grupo de cada uno. Debe ser modelada por el hábito del pensamiento lógico, por el lenguaje matemático y por un estudio metódico de las humanidades y de las ciencias. Los maestros, los catedráticos, las bibliotecas, los laboratorios, los libros las revistas son medios adecuados para desarrollar la mente. Aun en ausencia de los profesores, los libros pueden bastar para esta tarea. Puede vivirse en un ambiente social poco inteligente y adquirir, sin embargo, una gran cultura. La educación de la inteligencia es relativamente fácil. Pero la formación de las actividades morales, estéticas y religiosas es muy difícil. La influencia del medio sobre estos aspectos de la conciencia es más sutil. Nadie puede aprender a distinguir el bien del mal, la belleza de la vulgaridad, siguiendo un curso. La moralidad, el arte, la religión no se enseñan como la gramática, las matemáticas o la historia. Sentir y saber son dos estados mentales profundamente diferentes. La enseñanza formal solo llega a la inteligencia. El sentido moral, la belleza y la mística únicamente se aprenden cuando se hallan presente en nuestro ambiente y forman parte de nuestra vida diaria. Hemos dicho que el desarrollo de la inteligencia se obtiene con disciplina y ejercicio, mientras que las demás actividades de la conciencia necesitan un grupo con cuya existencia están identificadas"
La incógnita del hombre - Alexis Carrel
"lo que se puede pensar se puede pensar claramente, lo que se puede decir se puede decir claramente, pero no todo lo que se puede pensar se puede decir."
Mostrando entradas con la etiqueta el hombre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta el hombre. Mostrar todas las entradas
lunes, 18 de marzo de 2013
la vida diaria
miércoles, 20 de febrero de 2013
impulsos humanos
"Es indudable que Robert Louis Stevenson era caballeroso, pero no a ultranza, o digamos que lo era de la manera mas justa: no hay auténtico caballero que no se haya portado como un rufián al menos una vez en su vida. La vez de Stevenson pudo tener lugar en las cercanías de Monterrey, California, cuando sin querer prendió fuego a un bosque. Se había declarado ya un incendio en otra zona, y se extendía tan rápidamente que Stevenson, con curiosidad científica, se preguntó si la causa sería el musgo que adorna y cubre los bosques californianos. Para averiguarlo, no se le ocurrió otra cosa que aplicar una cerilla a un trozo, pero sin tener la precaución de arrancar antes del árbol un trozo de su experimento. En un instante, el árbol se convirtió en una tea, con lo que sin duda Stevenson dio por concluída la prueba, y además satisfactoriamente. Pero su comportamiento poco caballeroso vino después: oyó gritos no muy lejos de los hombres que combatían el fuego original, y comprendió que no le cabía hacer sino una cosa: huir del lugar antes de ser descubierto. Al parecer corrió como nunca lo había hecho en su vida y como sólo corren los hombres sabios y los cobardes"
Vidas Escritas - Javier Marías
Vidas Escritas - Javier Marías
sábado, 16 de febrero de 2013
la insaciable ilusión
"...pasamos toda nuestra vida con inquietas gestiones, renovadas sin cesar, ante las muchachas serias, a quienes su oficio parece alejar de nosotros. Una vez en nuestros brazos, ya no son lo que eran, esa distancia que soñábamos con salvar ha sido suprimida, pero volvemos a empezar con otras mujeres, dedicamos a esas empresas todo nuestro tiempo, todo nuestro dinero, todas nuestras fuerzas, reventamos de rabia contra el cochero demasiado lento que tal vez nos haga perdernos la primera cita, nos da fiebre. Sin embargo, sabemos que esa primera cita significará el desvanecimiento de una ilusión. No importa: mientras ésta dura, queremos ver si podemos cambiarla, en realidad, y entonces pensamos en la lavandera cuya frialdad hemos notado. La curiosidad amorosa es como la que despiertan en nosotros los nombres de países: siempre decepcionada, renace y sigue siempre insaciable."
La prisionera - Marcel Proust
La prisionera - Marcel Proust
sábado, 29 de diciembre de 2012
el tiempo sobre los tiempos
“veinticinco
años… Y para Jacob pasaron como un sueño, como se les pasa la vida a todos los
que viven: entre deseos y logros, entre
esperanzas, decepciones y triunfos, en una sucesión de días que uno no cuenta,
y cada uno de los cuales hace su aporte individual; días que se van dejando
atrás uno por uno en la espera y la pugna, en la paciencia y la impaciencia, y
se funden en unidades mayores, en meses, años y series de años, que acaban siendo al final como un solo día. No está claro qué es lo que hace el paso del
tiempo más veloz y llevadero: si la
uniformidad, o la variedad y la parcelación; en cualquier caso, se trata de
hacer pasar el tiempo; el que vive pugna por avanzar, pugna por dejar el tiempo
atrás, pugna, en el fondo, por morir,
creyendo que encamina sus afanes hacia metas y puntos de inflexión de la
vida; y por más que su tiempo esté
parcelado y dividido en épocas, hay algo
que lo hace uniforme: el hecho de que
es su tiempo, que transcurre en el marco invariable de su yo, de modo que,
a la hora de hacer pasar el tiempo y la vida, esas dos fuerzas
provechosas para él, la uniformidad y la parcelación, actúan paralelamente.”
José y sus hermanos - Thomas Mann
viernes, 7 de diciembre de 2012
en gustos no hay nada escrito
“Ya se sabe
que las personas hermosas se creen obligadas a sublimar aún más su naturaleza y
“ponerse guapas” , seguramente a causa de una especie de obediencia al gozoso
papel que les ha caído en suerte, de ese modo rinden culto a los dones
recibidos , lo cual puede interpretarse
como un acto piadoso, y por lo tanto
admisible desde un punto de vista moral, mientras que el emperifollamiento de
los feos reviste un carácter más triste y necio. Además, la belleza, como se sabe, nunca es perfecta, y por eso mismo fomenta la vanidad, pues se cree
obligada a obtener lo que le falta para alcanzar el ideal que ella misma
establece, lo cual, a su vez,
es un error, pues su secreto
reside en realidad en el poder de atracción de lo imperfecto.”
José y sus
hermanos – Thomas Mann
martes, 4 de diciembre de 2012
el derecho a la duda
"Considerando que independientemente de los mandamientos de
las instituciones religiosas Twain atribuía la realidad del mundo a un
demiurgo, incluyendo las insensatas fantasías ideadas por el hombre acerca de
Dios ("Qué curioso es el modo como funciona la mente!"), la pregunta
terrible que seguramente podría formularse es : ¿qué objetivo, qué plan
se realiza mediante la enfermedad, la represión, la irracionalidad, la
superstición y la muerte de los hombres?
Twain no se lo
plantea. El sentido último de las cosas es ininteligible. Él mismo
siempre se definió como un hombre feliz y positivo e insistía en que esa
felicidad en nada se debía a falsas esperanzas inspiradas por la religión, sino
en su propia "natural" esencia humana. Se consideraba
afortunado por no creer en los absurdos de la fe religiosa. Pero, situado
entre el determinismo y el azar, ¿a qué podría atribuir su escepticismo? ¿Al
libre discernimiento o a la particular y casual estructura de su propia mente?
En todo caso, la
duda espontánea (no la "metódica") suele producir, como en su caso,
un exquisito tipo de sabiduría abierta, indisolublemente ligada al humor; esa
que puede conceder que en el comienzo había el Verbo, pero con la certeza de
que el final es un chiste.
Recientemente la
biología ha sugerido que existe un gen asociado al sentimiento religioso, The
God Gene, quizá introducido en el genoma humano por Dios mismo como parte de su
experimento.
Para suerte de los
aficionados al ingenio de Mark Twain, parece que, en su caso, ese gen había
mutado. "
Veinte millones de soles para un mundo de juguete - Roberto Blatt
sábado, 1 de diciembre de 2012
en el nombre de Dios
“El silencio
fue interrumpido por el lejano resonar de los timbales grandes tambores que se aproximaban,
lentamente, a la plaza. Apareció una
multitud de oprichniki cabalgando de
a cinco en fondo. A la cabeza venían los
tambores para apartar al pueblo y despejar el camino del zar, pero en vano
sacudían los tambores y golpeaban los timbales:
por ninguna parte veíase alma viviente.
Detrás de los oprichniki
cabalgaba el propio zar Iván Vassilievich, ricamente montado, con el carcaj a
un costado de la silla el dorado arco a
la espalda. La visera de su yelmo estaba
adornada con el Deisus, es decir, la imagen del Salvador, y a los lados, la
Santísima Virgen, San Juan Bautista y otros santos. La gualdrapa bajo la silla brillaba con
piedras preciosas, y en el cuello de su negro caballo, en vez de la borla, se
balanceaba una cabeza de perro. Al lado
del zar se veía al zarévich y detrás cabalgaba la multitud de los cercanos
cortesanos, de a tres en fondo. Tras ellos
marchaban más de trescientos condenados a muerte. Encadenados, exhaustos por las torturas,
arrastraban penosamente los pies apremiados por los oprichniki. La procesión se cerraba por un numeroso destacamento de
caballería. “
El Príncipe e Iván el Terrible - León Tolstoi
martes, 27 de noviembre de 2012
contradicciones simples
“Fiodor
Pavlovich estaba borracho cuando le comunicaron la muerte de su mujer. Dicen que corrió a la calle y comenzó a
gritar con alegría, levantando los brazos al cielo: “Deja morir ahora a tu servidor”. Otros dicen
que sollozaba como un niño hasta tal punto que daba pena verle, a pesar de la
repugnancia que inspiraba. Es muy
posible que las dos versiones sean verdaderas; es decir, que se regocijase por
su liberación y llorase por su liberadora.
Con frecuencia las personas, incluso las peores, son más inocentes, más
simples de lo que pensamos. Y por otra parte, nosotros también.”
Los hermanos Karamazov - Fedor Dostoievski
martes, 20 de noviembre de 2012
igualdad: una palabra confusa
“Poner al
mal tiempo buena cara y llevarse bien con unos compañeros para quienes ese mal
tiempo es lo contrario no es difícil cuando uno guarda en su corazón la palabra
“provisional”. Estaba tan seguro de que
el ser humano, por mucho que se insta en la igualdad, posee una profunda
sensibilidad para captar que no somos todos iguales porque los hay
privilegiados por naturaleza, tan seguro de mi afán por hacer justicia a esa
sensibilidad, tan convencido, pues, de que no me retendrían en aquel nivel
demasiado tiempo, es más, de que sólo me habían colocado allí por una pura
cuestión formal, que desde el primer momento, prácticamente desde mi
conversación con Monsieur Machatschek, en cuanto pude encargué un frac de
camarero á la Saint-James and Albany al sastre especializado en uniformes y
libreas que me habían indicado y cuyo taller no quedaba lejos del hotel, en la
Rue des Innocents. "
Confesiones del estafador Félix Krull - Thomas Mann
sábado, 10 de noviembre de 2012
desclasificando al hombre
"Oí pedir trabajo a hombres que habían sido
egiptólogos, botánicos, cirujanos, buscadores de oro, profesores de lenguas
orientales, músicos, ingenieros, médicos, astrónomos, antropólogos, químicos,
matemáticos, alcaldes de ciudades y gobernadores de estados, guardianes de
prisiones, vaqueros, leñadores, marineros, piratas de ostras, estibadores,
remachadores, dentistas, pintores, escultores, fontaneros, arquitectos,
vendedores de mandanga, abortistas, tratantes de blancas, buzos,
deshollinadores, labradores, vendedores de ropa, tramperos, guardas de faros,
chulos de putas, concejales, senadores, todos los puñeteros oficios que existen
bajo el sol, y todos ellos sin blanca, pidiendo trabajo, cigarrillos, un billete
de metro ¡una oportunidad, Dios todopoderoso,
tan sólo una oportunidad! Ví
y llegué a conocer hombres que eran santos, si es que existen santos en este
mundo, vi y hablé con sabios, crapulosos y no crapulosos, escuché a hombres que
llevaban fuego divino en las entrañas, que podrían haber convencido al Dios
Todopoderoso de que eran dignos de otra oportunidad, pero no al vicepresidente
de la Compañía Telegráfica Cosmodemónica. Clavado en mi escritorio, viajaba por
todo el mundo a la velocidad de un relámpago y descubrí que en todas partes
ocurre lo mismo: hambre, humillación, ignorancia, vicio, codicia,
extorsión, trapacería, tortura, despotismo: la inhumanidad del hombre para el
hombre: las cadenas, los arneses, el dogal, la brida, el látigo, las espuelas.
Cuanto mayor es la calidad del hombre, peor le va. Hombres que caminaban por
las calles de Nueva York con aquel maldito traje degradante, los despreciados,
los más viles de los viles, que caminaban como alces, como pingüinos, como
bueyes, como focas amaestradas, como asnos pacientes, como jumentos enormes,
como gorilas locos, como maníacos dóciles mordisqueando el cebo colgado, como
ratones bailando un vals, como cobayas, como ardillas, como conejos, y muchos,
muchos de ellos estaban capacitados para gobernar el mundo, pare escribir el
mejor libro del mundo jamás escrito. Cuando pienso en algunos de los persas,
los hindúes, los árabes que conocí, cuando pienso en el carácter de que daban
muestras, en su gracia, su ternura, su inteligencia, su
santidad, escupo
a los conquistadores blancos del mundo, los degenerados británicos, los
testarudos alemanes, los relamidos y presumidos franceses. La Tierra es un gran
ser sensible, un planeta saturado por completo con el hombre, un planeta vivo
que balbucea y tartamudea, no es patria de la raza blanca, ni de la raza negra,
ni de la raza amarilla, ni de la desaparecida raza azul, sino la patria del hombre y todos los hombres son iguales
ante Dios y tendrán su oportunidad, sino ahora dentro de un millón de años."
Trópico de Capricornio - Henry Miller
Suscribirse a:
Entradas (Atom)