"El anciano comprendía, asentía y seguía comiendo, muy erguido entre el alto respaldo caoba de la silla y la mesa, apenas inclinado sobre el plato; enfrente de él su nieto contemplaba en silencio, con profunda e inconsciente atención, los gestos mesurados y cuidados con que las hermosas manos blancas, delgadas y ancianas del abuelo, con sus uñas ligeramente abombadas y triangulares y su sortija de sello verde en el índice derecho, componía un bocado con carne, verdura y patata en la punta del tenedor, para llevarlo a su boca con una ligera inclinación de la cabeza. Hans Castorp miraba sus propias manos, aún torpes, y sentía que en ellas ya estaba latente aquella capacidad de sostener y manejar el cuchillo y el tenedor como su abuelo algún día"
La montaña mágica - Thomas Mann
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