“El silencio
fue interrumpido por el lejano resonar de los timbales grandes tambores que se aproximaban,
lentamente, a la plaza. Apareció una
multitud de oprichniki cabalgando de
a cinco en fondo. A la cabeza venían los
tambores para apartar al pueblo y despejar el camino del zar, pero en vano
sacudían los tambores y golpeaban los timbales:
por ninguna parte veíase alma viviente.
Detrás de los oprichniki
cabalgaba el propio zar Iván Vassilievich, ricamente montado, con el carcaj a
un costado de la silla el dorado arco a
la espalda. La visera de su yelmo estaba
adornada con el Deisus, es decir, la imagen del Salvador, y a los lados, la
Santísima Virgen, San Juan Bautista y otros santos. La gualdrapa bajo la silla brillaba con
piedras preciosas, y en el cuello de su negro caballo, en vez de la borla, se
balanceaba una cabeza de perro. Al lado
del zar se veía al zarévich y detrás cabalgaba la multitud de los cercanos
cortesanos, de a tres en fondo. Tras ellos
marchaban más de trescientos condenados a muerte. Encadenados, exhaustos por las torturas,
arrastraban penosamente los pies apremiados por los oprichniki. La procesión se cerraba por un numeroso destacamento de
caballería. “
El Príncipe e Iván el Terrible - León Tolstoi
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