“En
presencia de su hermano, Wronsky trató a Ana con tanto respeto como habría
tratado a una señora a la que le uniese una simple amistad, actitud que
adoptaba siempre que había alguien delante, pero como los tres sabían que
ninguno de ellos ignoraba la clase de relaciones que sostenían Ana y Alejo,
hablaron libremente del viaje de ambos y de su estancia en la finca de Wronsky.
Éste, a
pesar de su experiencia mundana, incurría en un singular error. En vez de
comprender que las puertas de la sociedad estaban cerradas para ellos, suponía,
por efecto de una extraña alucinación, que la opinión pública, libre ya de los
antiguos prejuicios, aplicaría a su caso la nueva manera de ver las cosas. “Claro
es que en la Corte no se la recibirá; pero nuestros parientes y amigos tendrán
una visión más realista de nuestro caso”
Una persona
puede estar sentada varias horas con los pies encogidos si sabe que le es
posible cambiar de posición cuando se le antoje, pero le bastará saber que no
puede adoptar otra postura para que se sienta sometido a una tortura
insoportable. Esta sensación tenía Wronsky cuando pensaba en la sociedad. En el
fondo sabía, que el gran mundo le cerraba sus puertas pero tenía la esperanza
de que acabaría por abrírselas.
No obstante,
muy pronto se convenció de que sólo él tenía la entrada libre a aquel mundo; a
Ana no le permitían el paso. “
Ana Karenina - León Tolstoi
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