"lo que se puede pensar se puede pensar claramente, lo que se puede decir se puede decir claramente, pero no todo lo que se puede pensar se puede decir."
martes, 12 de junio de 2012
esa dulce indiferencia
“Ser cirujano significa hender la superficie de las cosas y mirar lo que se oculta dentro. Fue quizá ese deseo el que llevó a Tomás a tratar de conocer lo que había al otro lado más allá del “ess muss sein” ; dicho de otro modo: lo que queda de la vida cuando uno se deshace de lo que hasta entonces consideraba como su misión. Pero cuando se entrevistó con la amable directora de la empresa praguense de limpieza de escaparates y ventanas, percibió de pronto el resultado de su decisión en toda su concreción e irreversibilidad y estuvo a punto de asustarse. Sin embargo, en cuanto superó (tardó aproximadamente una semana) la sorpresa producida por lo inhabitual de su nuevo modo de vida, comprendió de repente que le habían tocado unas largas vacaciones. Las cosas que hacía no le importaban nada y estaba encantado. De pronto comprendió la felicidad de las gentes (hasta entonces siempre se había complacido de ellas) que desempeñaban una función a la que no se sentían obligadas por ningún “es muss ein” interior y que podían olvidarla en cuanto dejaban su puesto de trabajo. Hasta entonces nunca había sentido esa dulce indiferencia. Cuando algo no le salía bien en el quirófano, se desesperaba y no podía dormir. Con frecuencia perdía el apetito sexual. El “es muss ein” de su profesión era como un vampiro que le chupaba la sangre. Ahora andaba por Praga con la pértiga de lavar escaparates y constataba con sorpresa que se sentía diez años más joven. Las vendedoras de las grandes tiendas le llamaban “doctor” (el tamtam praguense funcionaba a la perfección) y le pedían consejos para sus constipados, sus espaldas doloridas y sus menstruaciones irregulares. Le miraban casi con vergüenza mientras él echaba agua en el cristal, colocaba el cepillo en la pértiga y empezaba a limpiar el escaparate. Si hubieran podido dejarlos solos a los clientes en la tienda, seguro que le hubieran quitado la pértiga y hubieran lavado el cristal en su lugar” .......................................... La insoportable levedad del ser - Milan Kundera