"lo que se puede pensar se puede pensar claramente, lo que se puede decir se puede decir claramente, pero no todo lo que se puede pensar se puede decir."
jueves, 14 de junio de 2012
obediencia equivocada
"-Tengo exactamente lo que usted necesita para eso -dijo el señor González, y entró en el pequeño almacén de la oficina en busca, supuso Ignatius, de algún tipo de fármaco. Pero regresó con uno de los taburetes de metal más pequeños que Ignatius había visto en toda su vida. -Aquí tiene. La persona que trabajaba antes en los archivos lo utilizaba para desplazarse mejor cuando trabajaba en los cajones de abajo. Pruébelo. -No creo que mi estructura corporal concreta pueda adaptarse fácilmente a un instrumento de ese género -comentó Ignatius, con un ojo de lince fijo en el oxidado taburete. Ignatius había tenido siempre un sentido del equilibrio muy precario, y siempre, desde su obesa niñez, había sido propenso a tropezones y caídas. Hasta que cumplió los cinco años y logró al fin caminar de modo casi normal, había sido un amasijo de golpes y cardenales. -Sin embargo lo haré por Levy Pants. Y se fue acuclillando de a poco, hasta que su enorme trasero tocó el taburete, con las rodillas llegándole casi hasta los hombros. Cuando se encontraba asentado al fin, parecía una berenjena sobre una chincheta. -Esto no resultará. Me encuentro muy incómodo aquí encima. -Inténtelo -dijo animosamente el Señor González. Impulsándose con los pies, Ignatius se desplazó inquieto siguiendo los archivos, hasta que una de las minúsculas ruedas se empotró en una fisura del suelo. El taburete se ladeó ligeramente y luego volcó, lanzando a Ignatius pesadamente al suelo. -¡Oh Dios mío! aulló éste - Creo que me he roto la espalda. .....................................................................................--------------------------------------------------------------------------------- La conjura de los necios - John Kennedy Toole