"Otra vez la pampa. Se sonriò solo en la calle. De cualquier nada le saltaban los recuerdos de su pampa inolvidable. Le saltaban lo mismo que cuando, vagabundeando en las calicheras viejas, descalzo, con los sietecueros de sus talones humeàndole en lo quemante del suelo, de pronto percibìa que algo saltaba a su lado, algo invisible, àgil como un gnomo de aire o como un duendecillo travieso; algo que comenzaba a bailotear junto a èl, delgado y transparente primero, luego creciendo impetuoso, cucarro, agrandàndose hasta alcanzar el porte de un minero alto, ebrio de polvo y arena. Y el pequeño duendecillo se iba saltando cada vez màs, tornàndose màs fuerte, màs potente en su fuerza ciclònica, hasta llegar a transformarse en uno de esos gigantescos remolinos que atravesaban la pampa ovillando la tarde y el tedio. Colosales remolinos de arena que los niños llamaban colas del diablo, y que los màs intrèpidos perseguìan por las llanuras hasta alcanzarlos, y allì, metidos en el centro mismo del torbellino, con la arenilla azotàndoles la piel, arrancàndoles los botones de la camisa, metièndosele por los oìdos y narices, abrian los ojos asustados para verle la cara al Malo."
Himno del ángel parado en una pata - Hernán Rivera Letelier
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