"Le confieso que no me arrepentí de mi elección, pues, créame, como médico y justamente como médico, se tiene pocas veces la conciencia limpia. Se sabe cuán poco se puede ayudar realmente; como individuo aislado uno es impotente frente a la inmensidad de la miseria diaria. Sólo se sacan, como un dedal, unas cuantas gotas de un mar insondable, y los mismos a quienes hoy se ha curado, mañana se quejarán de otro mal. Se tiene siempre la sensación de haber sido demasiado dejado y negligente, y a ello se agregan los errores, las equivocaciones en que se incurre inevitablemente; y así queda por lo menos la bienhechora satisfacción de haber salvado una vida, de no haber defraudado una confianza y de haber cumplido como es debido con una causa. Al fin, uno ha de saber si sólo ha vivido sordo y tontamente, o si ha vivido para algo. Créame -y sentí, de pronto, su proximidad como algo cálido y casi tierno -. , vale la pena cargar con un peso si con ello se alivia la suerte de otro ser. "
Impaciencia del corazón - Stefan Zweig
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