martes, 4 de diciembre de 2012

el derecho a la duda


"Considerando que independientemente de los mandamientos de las instituciones religiosas Twain atribuía la realidad del mundo a un demiurgo, incluyendo las insensatas fantasías ideadas por el hombre acerca de Dios ("Qué curioso es el modo como funciona la mente!"), la pregunta terrible que seguramente podría formularse es :  ¿qué objetivo, qué plan se realiza mediante la enfermedad, la represión, la irracionalidad, la superstición y la muerte de los hombres?
Twain no se lo plantea.  El sentido último de las cosas es ininteligible.  Él mismo siempre se definió como un hombre feliz y positivo e insistía en que esa felicidad en nada se debía a falsas esperanzas inspiradas por la religión, sino en su propia "natural" esencia humana.  Se consideraba afortunado por no creer en los absurdos de la fe religiosa.  Pero, situado entre el determinismo y el azar, ¿a qué podría atribuir su escepticismo? ¿Al libre discernimiento o a la particular y casual estructura de su propia mente?
En todo caso, la duda espontánea (no la "metódica") suele producir, como en su caso, un exquisito tipo de sabiduría abierta, indisolublemente ligada al humor; esa que puede conceder que en el comienzo había el Verbo, pero con la certeza de que el final es un chiste.
Recientemente la biología ha sugerido que existe un gen asociado al sentimiento religioso, The God Gene, quizá introducido en el genoma humano por Dios mismo como parte de su experimento.
Para suerte de los aficionados al ingenio de Mark Twain, parece que, en su caso, ese gen había mutado. "

Veinte millones de soles para un mundo de juguete - Roberto Blatt


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