“Cuando vieron a Etsuko, el hombre se
acercó a ella y, con muy buenos modales, le preguntó:
-¿Sería usted tan amable de indicarnos dónde debemos dejar la carretera para salir a la estación de Okamachi de la línea Hankyu?
Cuando Etsuko les indicó el atajo a través de los campos de arroz y de las viviendas oficiales, el matrimonio se asombró de su correcto acento Tokio-Yamate. Los cuatro niños se juntaron rápidamente a sus padres, mirando a Etsuko sin disimulo. Un muchacho, de unos siete años, extendió su puño cerrado hasta casi tocarla. Luego entreabrió un poco los dedos y dijo:
-¡Mire!-
Aprisionado en la jaula formada por sus dedos, podía verse el cuerpo doblado de un saltamontes de color verde claro. En la oscuridad de su encierro, el animal extendía y retraía sus largas patas.
La chica mayor golpeó inesperadamente las manos de su hermano desde abajo. El saltamontes se escapó antes de que el muchacho pudiera reaccionar, dio dos largos saltos en el suelo, se lanzó hacia los arbustos que rodeaban la carretera y desapareció.
Inmediatamente se desató una pelea entre los dos hermanos, que los padres sofocaron sin dejar de reír. Todos saludaron respetuosamente a Etsuko y continuaron su lento paseo por el sendero que se abría entre los campos de arroz.”
-¿Sería usted tan amable de indicarnos dónde debemos dejar la carretera para salir a la estación de Okamachi de la línea Hankyu?
Cuando Etsuko les indicó el atajo a través de los campos de arroz y de las viviendas oficiales, el matrimonio se asombró de su correcto acento Tokio-Yamate. Los cuatro niños se juntaron rápidamente a sus padres, mirando a Etsuko sin disimulo. Un muchacho, de unos siete años, extendió su puño cerrado hasta casi tocarla. Luego entreabrió un poco los dedos y dijo:
-¡Mire!-
Aprisionado en la jaula formada por sus dedos, podía verse el cuerpo doblado de un saltamontes de color verde claro. En la oscuridad de su encierro, el animal extendía y retraía sus largas patas.
La chica mayor golpeó inesperadamente las manos de su hermano desde abajo. El saltamontes se escapó antes de que el muchacho pudiera reaccionar, dio dos largos saltos en el suelo, se lanzó hacia los arbustos que rodeaban la carretera y desapareció.
Inmediatamente se desató una pelea entre los dos hermanos, que los padres sofocaron sin dejar de reír. Todos saludaron respetuosamente a Etsuko y continuaron su lento paseo por el sendero que se abría entre los campos de arroz.”
Sed de amor - Yukio Mishima
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