"Tonia y yo
no hemos estado nunca alejados uno del otro. Pero este año de trabajo nos ha
acercado aún más. He observado cuán activa es Tonia, cuán fuerte e incansable,
qué hábil es al elegir los trabajos, de manera que pierde el menos tiempo
posible al pasar de uno a otro.
Siempre me
ha parecido inmaculada toda concepción, y en este dogma que afecta a la Virgen
se expresa la idea universal de la maternidad.
En cada
mujer que concibe se encuentra el mismo sentido de soledad, de abandono, de
disposición tan sólo hacia sí misma. En
este momento tan particular, ya el hombre es un extraño, como si de ninguna
forma fuera su partícipe y todo hubiera caído del cielo.
La mujer da
a luz por sí sola a su criatura, se retira con ella, sola también, a otro plano
de la existencia, donde hay más silencio y es posible tener sin miedo una
cuna. Y sola, en silenciosa humildad, la
nutre y la educa.
Se dirigen
así a la Virgen : ”Imploro con devoción
a tu Hijo y tu Dios…” “Y mi espíritu se
alegró en Dios mi salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva. Porque he
aquí que desde ahora me dirán bienaventurada…” “Porque el Omnipotente me ha hecho grandes
cosas, y santo es su nombre.”
Su criatura es su gloria. Pero lo mismo puede decirse de cada
mujer. Su Dios está en su hijo. Las madres de los grandes hombres deben
experimentar esa sensación. Pero todas
las madres son madres de grandes hombres
y no tienen la culpa de que después la vida las desilusione.”
El doctor Zivago - Boris Pasternak
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