“Por primera vez después de mucho tiempo
pensé en María. Hacía muchos días que no me escribía. Esa tarde reflexioné y me
dije que quizá se habría cansado de ser la amante de un condenado a muerte.
También se me ocurrió la idea de que quizás estuviese enferma o muerta. Estaba
dentro del orden de las cosas. ¿Cómo habría podido saberlo yo puesto que fuera
de nuestros cuerpos, ahora separados, nada nos ligaba ni nos recordaba el uno
del otro? Por otra parte, a partir de ese momento, el recuerdo de María me
hubiera sido indiferente. Muerta, no me interesaba más. Me parecía cosa normal,
tal como comprendía que la gente me olvidara después de mi muerte. No tenía
nada más que hacer conmigo. Ni siquiera podía decir que fuera duro pensar así.
En el fondo no existe idea a la que uno no concluya por acostumbrarse “
El extranjero – Albert Camus
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