"Yo dije que era viudo. Se había casado muy joven, por dinero. De sus padres, que definitivamente se habían arruinado en Moscú, apenas heredó nada. Vasilievskoye estaba hipotecado y muy hipotecado, pesaban sobre él deudas enormes. El príncipe, que a la sazón tenia veintidós años y se había visto obligado a colocarse en Moscú en no sé qué oficina, no tenía ni un cópec y andaba por la vida como mísero vástago de añoso tronco. Su matrimonio con la hija de un labrador, vino a salvarlo. El suegro, sin duda, lo engañó respecto a la dote. Pero, a pesar de todo, con los dineros de la mujer pudo rescatar las tierras de su padre y recuperar la situación familiar. La hija del comerciante, la consorte del príncipe, apenas sabía escribir, no podía decir dos palabras seguidas y era fea. Pero poseía dignidad y era buena y dócil. El príncipe supo sacar pleno partido de aquella dignidad; al primer año de casados, después que ella lo hizo padre de un hijo, abandonó a su mujer en brazos del suegro en Moscú."
Humillados y ofendidos - Fedor Dostoievski
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