“Es un hecho
magníficamente drámatico el que este combate comience ya, de hecho, junto a la
cuna de María Estuardo. Aún la niña de pecho no puede hablar, ni pensar, ni
sentir; apenas puede mover sus diminutas
manecitas sobre la almohada cuando ya la política se apodera de su cuerpo sin
desarrollo, de su alma inocente. Pues es
destino de María Estuardo el estar eternamente cautiva de este juego de
cálculo. Jamás le será dado llevar a la
realización los afanes de su propia alma, de su propia personalidad: siempre quedará encerrada en la política,
objeto de tratos diplomáticos, pelota de ajenos designios, nunca más que reina,
futura poderosa de la corona, aliada y enemiga.
Apenas el mensajero llevó juntas a Londres las dos noticias de que
Jacobo V había fallecido y de que su recién nacida hija era heredera y reina de
Escocia, cuando Enrique VIII de Inglaterra decide, con toda rapidez, solicitar
para su hijo menor de edad y heredero, Eduardo, la mano de esta preciosa novia;
de un cuerpo todavía no formado, de un alma sumida aún en el sueño, dispónese
como de una mercancía. Pero la política
no cuenta nunca con los sentimientos, sino con coronas, países y derechos
hereditarios. El hombre individual no
existe para ella, no cuenta para nada frente al ostensible y objetivo valor
del juego universal. “
María Estuardo - Stefan Zweig
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