martes, 20 de noviembre de 2012

la ignorancia es la culpable


Nieta de un conocido nazi e hija de un comunista de carrera, Syliva Lennox ha encontrado un escondrijo rural en Zimlia, donde posee una clínica privada que utiliza material robado del hospital estatal de la zona*
Por desgracia, en ese país de ignorantes aún no se habían enterado de que el comunismo era politicamente incorrecto, y la palabra "nazi" no suscitaba las mismas reacciones que en Londres. De hecho, mucha gente simpatizaba allí con los nazis. Sólo había dos términos capaces de escandalizar a la gente. Uno era "racista", y el otro "espía sudafricano".
Rose sabía que Sylvia no era racista, pero como era blanca, la mayoría de los negros estarían dispuestos a creer lo contrario. Sin embargo, bastaría con que un negro enviase una carta al The post en la que afirmase que Sylvia era amiga de los negros para....No, ¿ y si la acusaba de espía? Eso también tenía sus inconvenientes. En esa época, poco antes de la caída del apartheid, la fiebre del miedo a los espías causaba estragos en los países limitrofes de Sudáfrica. Cualquiera que hubiera nacido, vivido  o pasado recientemente vacaciones en Sudáfrica, o que tuviera parientes allí, cualquiera que criticase a Zimlia o insinuase que era posible hacer las cosas mejor; cualquiera que "sabotease" un proyecto o una empresa perdiendo o dañando material, aunque se tratara de una caja de sobres o media docena de tornillos; o cualquiera, en fin, que se hubiese granjeado la mínima antipatía de los demás, podía ser tachado, y casi siempre lo era, de espía de Sudáfrica, un país que, por supuesto, hacía todo lo posible para desestabilizar a sus vecinos. En semejante ambiente, a Rose no le costaría convencerse a sí misma de que Sylvia era una espia sudafricana, pero habiendo tantos como había, no le bastaría con eso.

El sueño más dulce - Doris Lessing

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