"La luz era cruda, tal vez porque la
bombilla carecía de pantalla. Las líneas se recortaban con nitidez y los
colores ofrecían un vivo contraste. Con el hule, la mesa parecía un
rectángulo tan duro y frío como una lápida.
-¿Siempre está usted solo? -El señor Hire hizo ademán de levantarse, pero ella se lo impidió, abrazándose a él- No. Quédese. ¡Me siento tan bien! Me parece... - Y de pronto añadió en tono zalamero-: ¿Me permitiría de vez en cuando que venga a hacerle la limpieza? -Habría querido más. Trataba obstinadamente de conseguir otro vínculo entre los dos, pero él no parecía comprenderlo, y temía asustarlo si seguía presionándolo. Me ayudará ¿verdad? -añadió; cambiaba de actitud según la inspiración del momento, y ésta vez había pronunciado su ruego tendiéndole los labios húmedos. Él no hizo más que rozarlos. Le acarició la cabeza con la mirada perdida, y preguntó-: ¿Es soltero? ¿viudo?
-Sí.
Alice no supo si con aquel "sí" afirmaba que era viudo o que era soltero. Y necesitaba hablar. El silencio no haría sino poner de manifiesto lo absurdo de la situación, con ellos dos echados en esa habitación donde no habia intimidad. cerca de una ventana cubierta de papeles grises.
Ella tenía tanto miedo de que él se levantara y volviera a adoptar una actitud distante que se pegó más a él, con una presión que podía atribuírse a un gesto involuntario."
La prometida del Señor Hire - Georges Simenon
-¿Siempre está usted solo? -El señor Hire hizo ademán de levantarse, pero ella se lo impidió, abrazándose a él- No. Quédese. ¡Me siento tan bien! Me parece... - Y de pronto añadió en tono zalamero-: ¿Me permitiría de vez en cuando que venga a hacerle la limpieza? -Habría querido más. Trataba obstinadamente de conseguir otro vínculo entre los dos, pero él no parecía comprenderlo, y temía asustarlo si seguía presionándolo. Me ayudará ¿verdad? -añadió; cambiaba de actitud según la inspiración del momento, y ésta vez había pronunciado su ruego tendiéndole los labios húmedos. Él no hizo más que rozarlos. Le acarició la cabeza con la mirada perdida, y preguntó-: ¿Es soltero? ¿viudo?
-Sí.
Alice no supo si con aquel "sí" afirmaba que era viudo o que era soltero. Y necesitaba hablar. El silencio no haría sino poner de manifiesto lo absurdo de la situación, con ellos dos echados en esa habitación donde no habia intimidad. cerca de una ventana cubierta de papeles grises.
Ella tenía tanto miedo de que él se levantara y volviera a adoptar una actitud distante que se pegó más a él, con una presión que podía atribuírse a un gesto involuntario."
La prometida del Señor Hire - Georges Simenon
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