domingo, 18 de noviembre de 2012

la importancia de un gesto


“El maitre d´hotel, que se llamaba Monsieur Machastschek, era un hombre de elevada posición que, con gran autoridad, paseaba por el comedor su prominente barriga y su camisa blanca almidonada a diario. Su sebosa cara de luna llena, afeitada, brillaba siempre. Dominaba a la perfección ese sutil movimiento de levantar y extender el brazo para indicar su sitio a los huéspedes que iban entrando, y la manera en que reprendía al personal cuando cometía un error o una torpeza  - con una mera contracción de la comisura de los labios al pasar junto a ellos – era tan discreta como demoledora. Fue él, pues, quien me mandó a llamar una tarde, a su vez por orden de la dirección, y me recibió en un despacho contiguo a la suntuosa salle á manger .”

Confesiones del estafador Félix Krull – Thomas Mann


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