“El maitre d´hotel, que se llamaba Monsieur Machastschek,
era un hombre de elevada posición que, con gran autoridad, paseaba por el
comedor su prominente barriga y su camisa blanca almidonada a diario. Su sebosa
cara de luna llena, afeitada, brillaba siempre. Dominaba a la perfección ese
sutil movimiento de levantar y extender el brazo para indicar su sitio a los
huéspedes que iban entrando, y la manera en que reprendía al personal cuando
cometía un error o una torpeza - con una
mera contracción de la comisura de los labios al pasar junto a ellos – era tan
discreta como demoledora. Fue él, pues, quien me mandó a llamar una tarde, a su
vez por orden de la dirección, y me recibió en un despacho contiguo a la
suntuosa salle á manger .”
Confesiones
del estafador Félix Krull – Thomas Mann
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.