“Volvamos al
tema de nuestra conversación. Decía que hay que ser fieles a Cristo. Me
explicaré mejor. Usted no comprende que se pueda ser ateo, no saber si Dios existe ni por qué,
y al mismo tiempo saber que el hombre no vive en la naturaleza, sino en la
historia, y que, en el concepto que se tiene hoy de ella, ha sido fundada por
Cristo, que el Evangelio es su fundamento.
Pero ¿qué es la historia? Es dar
principio a trabajos seculares para llegar a resolver poco a poco el misterio
de la muerte y superarla en el porvenir.
Por esto se descubren el infinito matemático y las ondas
electromagnéticas, y por eso se componen sinfonías. Pero sin cierto impulso no se puede progresar
en tal dirección. Para descubrimientos de esta clase es preciso tener una
preparación espiritual y, en este
sentido, ya se hallan todos los datos en el Evangelio. Ahí están. En primer lugar, el amor al prójimo, esa
suprema forma de energía viva que llena el corazón del hombre y exige
expansionarse y ser gastada. Luego las
razones esenciales del hombre de hoy, sin las cuales el hombre no puede ser
imaginario, es decir, el ideal de la libre
individualidad y de la vida como sacrificio.
Tenga en cuenta que todo esto es hoy sumamente nuevo. En ese sentido los antiguos no tenían
historia. Había entonces una infamia
sanguinaria de crueles Calígulas picados de viruela, que ni siguiera sospechaban
cuán mediocre es todo acto de sometimiento.
Era la pomposa y muerta eternidad de los monumentos de bronce y de las
columnas de mármol. Solamente después de Cristo los siglos y las generaciones
han respirado libertad. Solo después de
Él ha comenzado la vida en la posteridad y el hombre no muere ya por la calle
al pie de un muro cualquiera, sino en su casa, en la historia, en el ápice de
una actividad dirigida a la superación de la muerte; el hombre muere dedicado por entero a esta
búsqueda”
El doctor Jivago - Boris Pasternak
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.