"Estoy intentando contar algo, y, apenas
enmudezco, me doy cuenta de que aún no he dicho nada. Una sustancia
prodigiosamente luminosa y densa permanece dentro de mí y se burla de las
palabras. ¿será acaso la lengua que yo no entendía y ahora debe traducirse
paulatinamente en mí? Se trataba de sucesos, imágenes y sonidos cuyo sentido
solo ahora está surgiendo en mi interior y que no fueron
captados ni recortados por palabras, que están más allá de estas y son más
profundos y ricos de significado que ellas.
Sueño con un hombre al que se le hayan olvidado las lenguas de la tierra hasta
que en ningún país pueda entender lo que la gente diga.
¿Qué hay en el lenguaje? ¿Qué es lo que oculta? ¿Qué es lo que nos quita?
Durante las semanas que pasé en Marruecos no intenté aprender árabe ni ninguna
de las lenguas bereberes. No quería perderme nada de la fuerza de aquellas
lenguas foráneas. Quería que los sonidos me llegaran tal y como eran, sin
debilitarlos de ningún conocimiento artificioso e insuficiente. No había leído
nada sobre el país. Sus costumbres me resultaban tan extrañas como sus
habitantes. Lo poco que, en el curso de una vida, llegamos a saber sobre cada
país y cada pueblo, se me desvaneció allí en las primeras horas."
Las voces de Marrakesch - Elías Canetti
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