"Monsieur Mignon tenía una cara de chiquillo
redonda y adormilada, que se asentaba sobre dos potentes hombros. Sonreía
perezosamente y, para ser francés, hablaba poco y con una lentitud
sorprendente. También su mujer sabía callar, era una persona sensible y se
guardaba bien de incordiar a los demás. Cuando se lanzaba a hablar, eso sí, no
había forma de que callase, mientras él lavaba unas cuantas copas o dormía o se
iba a La Riviera. Madame nunca le permitía a su forzudo esposo que expulsara
del bar a los clientes borrachos que se ponían pesados. Lo hacía ella misma. El
local era suyo, y para los casos peligrosos tenía una porra de caucho escondida
detrás de la barra, donde también guardaba los discos del gramófono. A sus
amigos les mostraba gustosamente esa porra, al tiempo que soltaba una carcajada
equívoca y añadía: "Es únicamente para los americanos". Quienes más
problemas le daban eran los americanos borrachos, por los que sentía un odio
intenso. Para ella había dos tipos de bárbaros: los nativos y los
americanos"
Voces de Marraquesch - Elías Canetti
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