"Así se me presentaban las cosas cuando Hector Mann apareció
inesperadamente en mi vida. Yo no tenía idea de quién era, nunca me había
encontrado con una alusión a su nombre, pero una noche, poco antes de que
empezara el invierno, cuando los árboles se habían quedado finalmente desnudos
y las primaras nieves amenazaban con caer, por casualidad vi en la televisión
un fragmento de una de sus películas antiguas, y me hizo reír. Eso quizá no
parezca importante, pero era la primera vez que me reía de algo desde junio, y
cuando noté que aquel inesperado espasmo me subía por el pecho y cascabeleaba
en mis pulmones, comprendí que aún no había tocado fondo, que en cierto modo
todavía deseaba seguir viviendo. Si conservaba la capacidad de reír, es que no
estaba completamente insensibilizado. Significaba que el muro que había puesto
entre el mundo y yo no era lo bastante grueso para impedir que algo se
filtrase."
El libro de las ilusiones - Paul Auster
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