lunes, 29 de octubre de 2012

disfrutando el misterio


A veces Galip pensaba que aquella región era un cierto tipo de maldición, de mala suerte que perseguía durante siglos a los miembros de una familia, pero como también había sido testigo de que muchas mujeres se volvían por su propia voluntad hacia aquella extraña maldición al casarse, tener hijos o al dejar de trabajar repentinamente por alguna razón incomprensible, también se daba cuenta que el misterio resultaba atractivo; tanto que algunas mujeres que comenzaban a trabajar después de encontrar empleo tras múltiples esfuerzos con la decisión de librarse de aquella maldición  y convertirse en otras personas, creía ver señales de su deseo de regresar a sus ceremonias secretas, a los momentos mágicos, a la región sedosa u oscura que él jamás podría comprender y que habia dejado atrás. A veces cuando él le hacía alguna broma estúpida o un juego de palabras y Rüya se reía de  tal manera que a él mismo le sorprendía, cuando ella recibía con la misma alegría el que deslizara sus torpes manos por el bosque oscuro de sus cabellos color ardilla, o sea, en uno de esos momentos soñados de cercanía entre marido y mujer que excluía todo el pasado y el futuro, libres de todas aquellas revistas ilustradas junto con las ceremonias que habían aprendido de ellas, de repente a Galip le apetecía preguntarle a su mujer algo relacionado con esa región misteriosa, algo aparte de todas las coladas, fregadas de platos, novelas policíacas  y paseos , le habría gustado preguntarle qué era lo que había hecho ese día a "esa" hora exacta; pero la distancia que se abriría entre ellos después de que él hiciera la pregunta resultaba tan terrible y la información a la que apuntaba la pregunta era tan ajena a las palabras de la lengua común que usaban entre ellos, que no le preguntaba nada y, simplemente, la observaba por un momento con la mirada vacía mientras la tenía en brazos. "¡Otra vez miras al vacío! -le decía Rüya- ¡Tienes las cara blanca como el papel!" repitiendo alegremente las mismas frases que su madre le decia a Galip cuando era niño."

El libro negro - Orhan Pamuk

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