"Riviére se detuvo ante Leroux, el viejo contramaestre.
También Leroux trabajaba desde hacía cuarenta años. Y el trabajo consumía todas
sus fuerzas. Cuando Leroux entraba en su casa, hacia las diez o doce de la
noche, no era un mundo diferente el que se le ofrecía , no era una evasión.
Riviére sonrió a ese hombre que, levantando su tosca faz, señalaba un eje
pavonado: "Aguantaba muy fuerte, pero lo he vencido". Riviére se
inclinó sobre el eje; el oficio le ocupaba de nuevo. "Será preciso
advertir a los talleres que ajusten estas piezas con más huelgo". Pasó el
dedo sobre las huellas de las herramientas; luego consideró de nuevo a
Leroux. Una picaresca pregunta le subía a los labios ante aquellas arrugas
severas. Sonrióse:
-"¿Se ha
ocupado mucho usted del amor en su vida Leroux?
- Oh, el amor,
sabe usted, señor director....
- Sí, a usted le
ha pasado lo que a mí; nunca ha tenido tiempo.
- Muy poco,
ciertamente...
Riviére escuchaba
el sonido de esa voz para saber si la respuesta era amarga; pero no lo era.
Este hombre experimentaba, vuelto hacia su vida pasada, el tranquilo contento
del carpintero que acaba de cepillar una hermosa tabla: "Hela aquí. Ya
está hecha"
"Hela aquí,
- pensaba Riviére - , mi vida está hecha"
Rechazó los
pensamientos tristes que en él despertaba la fatiga, y se dirigió al cobertizo,
pues el avión de Chile zumbaba ya en el aire."
Vuelo Nocturno -
Antoine de Saint Exupéry
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