"de este modo yo podía recrearme contemplando
objetos nuevos para mí -¡al fin algo nuevo!- y me sumergía en su contemplación
ávidamente. Consideraba cada pliegue de aquellos capotes hasta observar, por
ejemplo, una gota de lluvia en el borde mojado de uno de los cuellos. Esperaba
con una emoción que a usted quizá le parezca ridícula, para ver si aquella gota
corría a lo largo del pliegue o se defendía aún mucho tiempo colgando del borde
del cuello. Sí, yo miré ansiosamente aquella gota durante varios minutos que me
parecieron siglos, como si de ella dependiera mi vida. Cuando al fin cayó, me
puse a contar los botones visibles de cada uno de los capotes; ocho en el
primero, ocho en el segundo y diez en el tercero. Después comparé los galones
de unos y otros. Mis ojos bebían con avidez hasta los más insignificantes
detalles, pasando repasando y deleitándose con una pasión que yo no puedo
expresar con las palabras.
"De pronto, la mirada se detuvo sobre una cosa distinta. Era algo que
abultaba en el bolsillo de uno de los capotes. Me acerqué con
precauciones y creí reconocer, a través del paño tenso, el formato rectangular
de un libro. ¡Un libro! Mis piernas comenzaron a temblar. ¡Un libro! Hacía
cuatro meses que no había tenido ninguno en mis manos, y su simple
representación me alborozaba. Un libro en el que podría seguir otros
pensamientos, pensamientos nuevos que me apartarían de los míos y que podría
conservar en mi cabeza cual hallazgo embriagador y calmante a la vez. Mis ojos se
fijaron hipnotizados sobre el abultado bolsillo donde se dibujaba la forma del
libro con una mirada tan ardiente que pretendía traspasar el paño del capote.
"
"Usted se imaginará, sin duda que yo saqué inmediatamente el libro de su
escondite para contemplarlo y leerlo; pero no lo hice así. Quise, primero,
saborear toda la alegría que me proporcionaría su sola presencia, y tardé un
rato en verle por el placer exquisito de soñar en lo que podría contener.
Deseaba ante todo, que la letra fuese muy pequeña y los renglones muy
apretados, que tuviese la mayor cantidad de texto posible sobre unas hojas muy
finas, a fin de que yo pudiese leer mucho en él. Esperaba igualmente que se
tratara de una obra difícil, que exigiese un gran esfuerzo intelectual, o de
algo que se pudiese aprender de memoria, como la poesía."
El jugador de ajedrez - Stefan Zweig
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